Síntesis de una urbe, ciudades creativas

- proyecto personal, ciudades creativas

Fotografía tomada por María Torres Heras
1. TRAS EL CONCEPTO
Habiendo vivido la vasta mayoría de mi infancia entre el barullo frenético de las calles de Madrid, conseguir apreciar ese “sine qua non” de las grandes ciudades y hacer de este mi punto de partida para este proyecto estaba resultando misión imposible.  Es por esto que decidí dejar de hacer un esfuerzo activo por comprender la ciudad y lo que atañe, y me dispuse a escuchar a aquellos que llegaban de otros ya no tan lejanos horizontes.
Apenas alcanzaba a mes y medio el periodo lectivo transcurrido; y si algo había resonado por los pasillos de mi nueva universidad durante estos comienzos de curso, fue sin lugar a duda la repetida fisgona “¿de dónde eres?”. Si bien la pregunta en sí misma es más que interesante, lo que realmente me puso a trabajar fue la forma tan curiosa y desacertada de formular su respuesta: “Yo soy de Getafe”.
“Yo soy de Getafe”, “yo soy de Fuenlabrada”, “yo soy de Toledo”, “yo soy de Plasencia” … “Yo soy de” que nada tiene de diferente a decir “yo soy de mi padre y de mi madre”. Dicho así es como si las ciudades nos hicieran, como si constituyeran todo aquello que somos, nos dan forma y nos definen. Se establece un significado de pertenencia, pero también de propiedad o posesión. Somos de estas ciudades, pertenecemos a estas ciudades. O tal vez, ellas nos pertenecen a nosotros porque ¿qué es una ciudad si no su gente, cuando incluso la rae las recoge como un espacio de población densa y numerosa? ¿acaso no somos nosotros los que hacemos la ciudad?
A la hora de darle forma a mi proyecto, quise partir de esta percepción de la relación de pertenencia, en la que, aunque seamos incapaces de distinguir quien es el dueño y quien es la propiedad, es imposible renegar de la relación latente entre ambos elementos. Entonces, recordé los taumatropos de mi niñez y decidí basar de ellos el formato de la pieza final.
El taumatropo es un juguete óptico que consiste en un disco con una imagen en cada una de sus caras; en los extremos del disco se ponen dos cuerdas o gomas que se retuercen mucho, de forma que, al estirarlas, el disco comienza a girar a toda velocidad. El rápido giro crea en el espectador la ilusión óptica de que ambas imágenes se funden, haciendo imposible distinguir entre ambas caras de la moneda.

2. TRAS EL TÍTULO
El término síntesis hace referencia a una suma compleja distintos elementos, organizándolos y relacionándolos entre sí.
Con este título he querido reflejar cómo una ciudad puede resultar no ser más que el conjunto de individuos que la conforman pues a estos a quienes pertenecen la cultura y costumbres asociadas a este núcleo urbano. También, por el contrario, podríamos apreciar a cada persona como tan solo el conjunto de las experiencias y oportunidades propias de las ciudades en las que se hayan.

3.TRAS EL FORMATO
Para mi proyecto decidí recuperar el formato circular y el giro de un taumatropo, con el fin de capturar como se funden los márgenes limitantes al definir quién pertenece a quien — si la ciudad a la población o la población a la ciudad — al igual que éramos incapaces de distinguir entre aquel pajarillo y su jaula.
Tuve que sacrificar la velocidad de este giro y por tanto el trampantojo a favor de unas mayores dimensiones y de no limitar la composición.
Sobre cada cara del disco que constituye mi soporte principal, llevare a cabo la realización de una obra distinta. Por un lado, una persona hecha de ciudades, es decir, un retrato a collage de mapas de distintas ciudades. Por otro lado, una ciudad hecha de personas. Sobre el lienzo, montar una ciudad a base de planos de volumen que simulen edificios y sobre estos, formar un entramado de distintos rostros a partir también de recortes.

4. TRAS EL PROCESO CREATIVO
Si tuviera que describir el proceso creativo de este proyecto, en particular la base, lo definiría como una constante prueba y error.
Decidí comenzar por la fabricación del aro que sostiene el soporte principal. El primer intento se trató en un aro de cartón duro, obtenido de una caja para almacenar sombreros. Aunque la caja parecía tener la consistencia suficiente para este proyecto, una vez separé la pieza plana de cartón que constituye la tapadera en sí, el disco perdió toda rigidez.
Para el segundo intento decidí trabajar con plástico, pues, aunque sea un material de una mayor rigidez que el cartón, sigue siendo muy fácil de trabajar. En un bazar compré una maceta de grandes dimensiones de las que, con una sierra manual, obtuve un aro del ancho deseado; pero una vez más, al separar esta pieza del todo, perdió cualquier fuerza que pudiese tener.
Como se suele decir a la tercera va la vencida, y esta vez trabajé con metal; un material que me había asustado en un principio puesto que no me veía capaz de manejarlo. Lo que hice fue comprar un sujeta macetas del que, con mucha calma y empeño — y alguna ayuda de mi hermano — conseguí serrar las tres patas con las que contaba. El resultado fue un sólido y resistente aro de cuarenta centímetros de diámetro cuyo peso, a mi parecer, aporta una mayor profesionalidad a este trabajo.
El segundo objetivo fue la construcción de la peana y la sujeción del aro a esta. Con la caladora, obtuve de un tablón de madera de abeto de un grosor de tres centímetros un óvalo que después aprendería tenía el eje menor demasiado corto, pues el peso vencía la pieza. Decidí arreglarlo sustituyéndolo por una peana con mayor eje, pero para que no quedara un aspecto muy tosco, lo sustituí por dos niveles de un centímetro y medio cada uno con una pequeña diferencia en su tamaño.
Para sujetar el aro a esta me ayudé de un taladro con una broca especial para metal que no había utilizado con anterioridad. Lo que más me sorprendió, aparte de la fuerza que hay que hacer para mantener el agujero centrado, fue que, a diferencia de las brocas de madera, las brocas de metal no van expulsando el material al hacer el surco.
Con la misma broca, hice un agujero en el extremo superior del aro por el que pasaría una varilla sobre la que gira el soporte principal. Para mantenerla en su sitio, afile un poco el extremo inferior sin llegar a sacar punta e hice un pequeño agujero con una gubia por el que pase un clavo, el cual adherí su cabeza a la parte inferior del aro.
El soporte principal en sí no es más que dos placas de cartón duro cortadas con un diámetro de treinta y siete centímetros separadas por una tira del mismo material para darles la profundidad necesaria.
Como toque decorativo y para facilitar el giro de la pieza, adherí al extremo superior de la varilla una pequeña casa de madera en miniatura hecha por mi tía artesanalmente. Por último, en la construcción de la base, pinté todo el conjunto de blanco con pintura en spray mate.
Para realizar la ciudad y conformar los planos de volumen de ésta, lo primero que hice fue bocetar una perspectiva focal de la calle de una ciudad y dibujar los edificios; después tomar medidas y traspasarlos a cartón, donde los aumenté ligeramente en función de la altura quisiera otorgarle a cada uno. Los recorté y adherí al soporte con una pistola de cola caliente. Con recortes de revistas y cola blanca, conformé el entramado de rostros que cubren estos volúmenes.
Para la obra que se corresponde con la otra cara, comencé por escanear un mapa de Madrid y otro de Barcelona obtenidos de sus oficinas de turismo respectivas. Una vez en digital, los edité con Photoshop, variando las características que conforman el color aprendidas en clase hasta obtener los colores necesarios para mí collage. Solo quedaba dibujar directamente sobre el soporte un autorretrato — autorretrato tan solo porque es mi cara la que mejor conozco — recortar a tamaño y pegar.
Para la conservación del proyecto el último paso fue barnizar la pieza entera con un spray.


5. FOTOGRAFÍAS

Fotografía tomada por María Torres Heras

Fotografía tomada por María Torres Heras

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